¡Elí, Elí! ¿lemá sabactaní?

¡Elí, Elí! ¿lemá sabactaní?
Colombia herida

miércoles, 9 de junio de 2010

El siguiente paso.

No puedo dejar de pensar y tengo que escribir, desde acá, desde este país “flaquito pero bonito” que es Chile.

Con el perdón de mis “colegas”, voy a prescindir del odioso análisis de “la Ciencia Política” y optaré por opinar, simplemente opinar como opinador que soy. Los politólogos en Colombia, se han especializado en hacer arrogantes predicciones, para luego decir con aún mayor arrogancia, por qué sus predicciones fueron unas pifias hilarantes. Entonces, habré de reconocer que la Universidad de los Andes, con toda su pompa, le dio un título a un charlatán que lo reconoce abiertamente a costa de un billete largo y un mediocre promedio. Yo vengo siendo ese mediocre charlatán. Y no porque tenga nada en contra de mi alma Mater ni mi carrera, simplemente porque hoy no quiero ser profesional, al igual que siempre, que me alejo del profesionalismo para disfrutar de la opinión desprevenida y franca, la de la tienda conversando con doña Lupe.

Pero bueno, ya sin preámbulo, creo que no hay que seguir sacando la calculadora de las ilusiones porque las cuentas ya están hechas. En Colombia siguen predominando la politiquería, las maquinarias, el clientelismo, el aprovechamiento de la necesidad de la gente con fines electorales y todos esos vicios que hacen que los votos de las personas que quieren un país más justo sean duplicados por otros a los que les convienen las vainas chuecas y que además pueden someter el voto de una base desposeída, torpe, ignorante y apática. Eso no necesita calculadora y mucho menos la calculadora de las ilusiones. Me confié, creí que ganábamos apretado la primera vuelta y barríamos en la segunda. Creí que Vargas Lleras venía repuntando bien, quitándole votos a Santos, que Petro mantenía su caudal electoral, que Pardo conservaría los votos de su esposa y él y que Nohemí… bueno, que Nohemí finalmente llegaría al caudal de lo que Andrés Molano muy hábilmente definió como el “efecto soufflé”. Se infló por una imagen de antaño que se desinfló cada vez que abría la boca para parecer cada vez más reina y menos candidata. Sus intervenciones en los debates fueron deprimentes. A punta de “TPP” que parecía más bien una porra de “cheers” que un programa de Gobierno, terminó en el sótano de los afectos electorales.

Creí en los índices de las encuestas y la euforia cibernética. Creí ilusamente que la masa de la opinión sensata esta vez sería suficiente. No fue así, me equivoqué. Afortunadamente, también di mis predicciones como simple aficionado que le apuesta a la polla futbolera y que cree que súbitamente Ghana le podría ganar la final a Francia sólo porque los de Ghana son unos bacanes que juegan bonito. Pero no es suficiente con querer y creer, hace falta estrategia, entrenamiento, fogueo, inteligencia… y algo de las armas del oponente sin caer en sus vicios y marrullas, en sus bajezas y suciedades, en sus maquinarias y sus trampas. Pero sí se puede mandar una que otra patada a la canilla con disimulo, a sabiendas de que puede aparecer una tarjeta amarilla… o que quizás no.

Lo que quiero decir es que no es suficiente actuar con buena voluntad, fe, bacanería y arte. El poder en Colombia está establecido como una estructura inmóvil. Por eso su transformación no será fácil ni se logrará en estas elecciones. Pero hay una oportunidad nunca antes vista para hacer una oposición radical y una resistencia reflexiva que dará resultados en el mediano plazo.

Doy por descontado que la segunda vuelta se pierde. El politólogo Alfredo Rangel dice que se gana por más del 70%. Él es un “analista” de Santos. Es decir, es un santista, por lo tanto no me inspira respeto como analista. Además que él hace análisis con cartas marcadas. Él sabe cómo funciona la corrupción desde dentro. Así como yo mismo no me inspiro respeto como analista porque me considero un activista. Yo lo veo más hacia el 60% 40%, pero igual, se pierde. Y no es pesimismo, son cifras, maquinarias, alianzas. Creer que va a pasar lo contrario, es iluso.

Pero creo que en este caso, para Santos y todo lo que representa, ganar es poder perder, y perder mucho. Mi reflexión es la siguiente: Santos va a recibir un Gobierno del que él participó. Participó y protagonizó sus escándalos. Por lo tanto, no llega a corregir sino a encubrir.

Debemos tener en cuenta que llega con por lo menos un 40% de oposición. Es un porcentaje alto, entre los que se cuentan la mayoría de periodistas investigativos que levantarán hasta el último tapete de las porquerías que Santos y su régimen quieran guardar. Creo que su mentalidad troglodita, formada en Kansas y calcificada en Harvard, le harán pensar que la censura y la represión son un camino. Eso le hará perder adeptos rápidamente, porque en Colombia la base es torpe y sumisa cuando se compra, pero es reactiva cuando se le restringe. Entonces, no se si con el corazón o con la razón, predigo que en menos de un año Santos rondará una popularidad real del 40% máximo. Y digo la real porque los medios y las encuestadoras, vendidas al régimen, nos dirán otra cosa.

Es así como la oposición y la resistencia, que somos nosotros, los verdes, los amarillos no clientelistas y algunos apáticos convertidos, deben ir fraguando la revolución. Cada error del gobierno Santos debe ser magnificado, divulgado, evidenciado y sustentado, muy al estilo de Daniel Coronell, que no inventa, sustenta documentalmente cada una de sus denuncias. El ímpetu cibernético debe optimizar esta información, no desbaratar los grupos verdes, por el contrario, mantenerlos, estructurarlos, “deselectoralizarlos” y convertirlos en tanques de pensamiento serios y consistentes. Cerrar algunos a personas expertas en diversos temas para que los Trolls no hagan sus expediciones de espionaje y sabotaje y construir una masa crítica menos emocional y más inteligente. Es la mejor forma de ir debilitando al Gobierno y con el Gobierno al régimen. No hablo de infamias, calumnias, inventos. Hablo de lo real y evidente que es fácil encontrar en un gobierno corrupto como el que se nos viene con Santos. Uribe le entregó un taco de dinamita encendido a Santos que van a querer apagar. Nuestra misión es que ese taco no se apague y le explote en las manos tanto cuanto tenga que explotar.

Siguen andando las investigaciones por las operaciones ilegales del DAS, el dinero de Agro Ingreso Seguro no se retornó nunca y lo que más le implica, las investigaciones por los “falsos positivos”, siguen andando, cada vez con la mirada internacional de reojo más de frente. Es fácil hacerle a Santos de su Gobierno un infierno. Es fácil quitarle esa sonrisita socarrona y cínica y sacarle canas, quitarle el pelo y pasarlo a la historia como lo que pinta que va a ser: Un Presidente ilegítimo, subido por la dinámica de una democracia corrupta, por la ayuda de El Tiempo y de Uribe. Un presidente bobo. Santos no es inteligente, eso ayuda mucho. Lo rodea gente tramoyera y astuta, pero nadie del nivel de un Vladdo, de un Kalmanovitz, de un Coronell, de tanta gente que no tiene el chip de la perversidad como en las huestes santistas, pero que sabe reaccionar frente a un enemigo perverso.

Creo que el triunfo de Santos será un triunfo miserable. Ahora aliado con los conservadores, siempre lentejos, con Cambio Radical, que ni es Cambio ni es Radical, tan sólo son los representantes light de la pupicracia nacional que se confunde fácilmente con la democracia tradicional, y los liberales que van de tolda en tolda buscando migajas, como Juan Manuel Galán, con tanto de Juan Manuel y tan poco de Galán.

Los de ese lado, el lado orgullosamente elitista, dirán que respiro por la herida. Es decir, los dos o tres que puedan leer esto algún día. La verdad no. La verdad no me siento ni herido ni derrotado. Me siento como cuando en el ajedrez le dejan a uno la reina servida después de que a uno se le comen un caballo. Sonríen por el caballo, pero no ven la papaya que dan con la reina. Y la reina es Santos. No por el bótox, sino por el poder que concentra y que no sabe administrar porque no es un estadista. Es un delfín con buena suerte, buenos padrinos y buenos medios. Nada más. Y nos lo vamos a comer vivo.

Por eso esta propuesta, que no es soterrada ni oculta, pero si subversiva y revolucionaria, dos palabras que adoro y que la guerrilla colombiana prostituyó en su infinita ambición y salvajismo.

La propuesta inicial, resumida, es abrir los ojos, estar atentos a los errores de este Gobierno y darle con todo. Asegurarnos de que los escándalos de corrupción se sepan en la Indochina. Que los excesos de las fuerzas militares y los organismos de seguridad del Estado ordenados por el Gobierno lleguen hasta la Polinesia. Que las componendas burocráticas y clientelistas lleguen a Canadá, Argentina y Rusia. Con eso iremos socavando las bases de una estructura corroída. Que se note que somos, por ahora, más de 3 millones de opositores radicales, una resistencia organizada, ideologizada y mística.

Este es el primer paso de una serie de pasos que llevarán a una revolución. No me quiero adelantar más. Porque debemos ir paso a paso.

Adicionalmente a esto, tienen que venir los intelectuales a nutrir el cambio, a proponer, a estructurar un nuevo modelo para la pirámide social y la nueva democracia. Este es otro nivel, en el que ya deben estar trabajando los expertos que consideran que una sociedad más justa es posible. Aún no me considero con ese nivel. Soy un párvulo de intelectual que goza más con el activismo y la revolución de las letras.

Esta es mi trinchera y esta es mi propuesta inicial que deberá ser nutrida. Es sólo un punto de partida para compartir ideas, más ideas, con la clara intención de hacer tambalear un Gobierno ilegítimo, corrupto y plutocrático hasta que caiga no sólo como Gobierno, sino como régimen inequitativo, injusto y desigual que promueve el acaparamiento de la riqueza y la perpetuación de la pobreza como herramienta de dominación.

Este espacio es mi trinchera, pero ustedes, ocho quijotes acá conmigo, me pueden compartir sus hermosas ideas de revolución para seguir nutriendo la lucha.

Porque las luchas justas no tienen fecha de vencimiento.

martes, 1 de junio de 2010

A pensar...

No soy iluso, pero no pierdo la ilusión. No creo que los resultados hayan sido positivos, pero tampoco creo que sean catastróficos. Creo que la euforia fue superior al trabajo. Y creo que nos confiamos en los girasoles, la buena onda, la camaradería y en el “tú también ayudaste”.

Hoy me retiro unos días a pensar. Me voy para Chile. Y voy a apagar este aparato que me trae tantas noticias que debo decantar en la distancia. Creo que esos retiros espirituales son importantes para tratar de elevarse al cosmos y valorar la lucha desapasionadamente.

Nos jugamos mucho en estas elecciones que pasaron y la otra votación nos duplicó. Pero no hemos perdido nada. Hace tan sólo cuatro meses Mockus y el Partido Verde, eran sólo una llamita de vela. Hoy son una hoguera que calienta a más de 3 millones de espíritus que creen que ser ciudadano, buen ciudadano y ciudadana, vale la pena. Vendrán años difíciles, de apretar los dientes y controlar la ira. Vendrán más escándalos de corrupción nunca resueltos o mal resueltos por una justicia amordazada. Vendrán tensiones absurdas que pondrán a Colombia contra las cuerdas en el concierto internacional. Vendrán olas de ingobernabilidad absoluta porque Santos no podrá mantener en el tiempo ni en el El Tiempo las prebendas que le habrán de significar este triunfo, que resulta pírrico, por la forma como se consigue.

Me han dicho que soy un pesimista. Quizás. El hecho de ser colombiano me facilita el pesimismo. Me gusta. Lo disfruto. Porque cada buena noticia o logro es una sorpresa encantadora. No hay nada más grato que la derrota de un pesimista. Siento que la segunda vuelta se pierde. No tan abrumadoramente, pero se pierde.

Por eso, aprovecharé mi retiro espiritual para asumir una nueva posición para este revejido país. Para planear una estrategia, una estructura, un método de acción. Para mirar cómo jugamos esta “jenga” de palitos inestables para que se le caiga la torre no sólo a Santos, sino a todo lo que representa. Y los que queremos un país más justo, sabemos qué representa.

Me voy un rato. Ofrezco excusas por hacerlo en este momento. Parece que dejo el blog andando como un carro sin conductor en plena bajada. No es eso, sólo voy a parar un rato para fumarme un cigarro, respirar profundo y pensar de nuevo. La lucha no va a ser fácil y necesitamos renovar el espíritu del combate.

Un abrazo a los y las seis quijotes que hasta hoy se han unido a los “seguidores” de esta trincherita. Para mí es muy grato saber que comparto este diálogo de bacanería con cibernautas que se atoraron acá para tomarse unas polas virtuales conmigo.

Ya nos veremos a la vuelta que no es en un tiempo largo. Sólo unos días. Gracias por estar acá. La esencia de la lucha está en los ojos atentos y las manos dispuestas para hacer. Hasta pronto, muy pronto.